miércoles, 6 de diciembre de 2017

Alguien violó sobre el nido del cuco

Hoy en día para ser un gran periodista de investigación no hace falta más que visitar algún teatro de mala muerte de Los Ángeles y entrevistar a alguna actriz fracasada para que te diga qué productor le tocó qué parte en qué fiesta. A partir de ahí las acusaciones de mayor nivel caerán rodadas y el artículo estará servido. La revista Time ya ha escogido a su "persona del año 2017" y como no podía ser de otra manera han resultado ser "las rompedoras del silencio", es decir, todas aquellas actrices de segunda fila, scripts y asistentes de maquillaje que han denunciado los abusos sexuales en Hollywood (varios años después de que ocurriesen). Justo en el momento oportuno, cuando la mayoría de esos delitos han prescrito y sus malogradas carreras son ya irrecuperables. Dice el editor de Time que lo que se pretende es reconocer "la rapidez del movimiento social #MeToo", el problema es que este "movimiento" no se haya dado en España pues somos el doble de rápidos que cualquier otro país en unirnos a cualquier cosa —siempre y cuando no cueste dinero—. ¿Qué ha pasado durante este largo período de silencio? ¿Estaban todos los afectados superando los daños morales? ¿O es que el enfado por no haber conseguido el papel que les prometieron no les dejaba pensar con claridad? Ahora cada semana tenemos un nuevo acusado en el foco, ya no son necesarias pruebas fundamentadas para culpar por violación (nunca consumada del todo, si se fijan en todas las declaraciones). Por lo que si es usted un personaje público y está leyendo esto ándese con cuidado, puede ser el siguiente.

No consigo reconocer a nadie para el pie de foto

Eterna Angela
No estoy tachando a las valientes rompedoras del silencio de mentirosas, no se confundan, sólo pretendo hacerlo de oportunistas con una vaga estrategia. La gran Angela Lansbury era víctima de un ensañado vudú globalizado la semana pasada por declarar que "tenemos que aceptar el hecho de que las mujeres, desde tiempos inmemoriales, han intentado hacerse más atractivas". Algo parecido al oportunismo que comentaba pero con la precavida delicadeza inglesa que distingue a Lansbury. La presión fue tal que la actriz, que a sus noventa y dos años no está para disgustos, tuvo que hacer un comunicado matizando que el hecho de mostrarse especialmente atractivas "no es ninguna excusa para un comportamiento inapropiado". Ninguna persona perteneciente al primer mundo debe aceptar los abusos. Después de citar el segundo artículo del código moral internacional, debemos ir más allá y preocuparnos por las consecuencias que hoy puede tener una acusación no fundamentada o que, incluso siendo real, llega en un momento especialmente conveniente. El #MeToo ha llegado a extremos inimaginables, el caso de Kevin Spacey es un buen ejemplo. No se deben aceptar bajo ningún concepto los actos que ha cometido, sin embargo es imprescindible aprender a distinguir. Que haya tocado a profesionales de su entorno es repugnante y se debe recriminar, pero no quita que sea un inmenso actor merecedor de dos premios de la Academia. Si juzgásemos a todas las grandes personalidades por su código moral no quedaría títere con cabeza. Las medidas que se han tomado con Spacey son absurdas, empezando por quitarle el Emmy de Honor, un premio que se supone que reconoce la labor de una carrera profesional.

Harvey y Kevin
Hollywood es un estercolero bañado en oro, cuando se les escapa algo de porquería la imputan de todos sus crímenes para ganar tiempo mientras reparan el agujero por el que se ha escapado. El hundimiento de Spacey no termina aquí, han anulado todos sus proyectos y Ridley Scott ha eliminado todas sus secuencias en "Todo el dinero del mundo" (Ridley Scott, 2017) volviéndolas a grabar en tiempo récord con Christopher Plummer. Por último Netflix ha anunciado que "House of Cards" (Beau Willimon, 2013-2018) terminará con una sexta temporada con Robin Wright al frente y sin Spacey, añadiendo que "esta idea ya estaba tomada desde hace tiempo". Lo que nos hace pensar que tal vez todo sea una estrategia de marketing para poner a una mujer, ahora que está de moda, al mando de una serie que estaba hecha por y para Kevin Spacey. Pero esto no empezó con el malo de Kevin, sino con un cabeza de turco mucho más fácil y repulsivo, Harvey Weinstein desencadenó este "alguien violó sobre el nido del cuco, adivina quién". Ya había acusaciones contra el gran productor, era eso que las publicaciones sensacionalistas llaman un "secreto a voces", pero llegó el momento y él era el instrumento perfecto para desencadenar la estrategia. Con un físico cercano al de un gorrino zamorano, cualquier persona se horrorizaría imaginándose a Weinstein en albornoz y más aún si añades que estaba dando un masaje a una joven actriz en un lujoso hotel. Desde luego su mujer no esperó más que unas horas para compadecerse de las víctimas y pedirle públicamente el divorcio.

Dustin, acusado por hacer un mal chiste verde hace treinta años

Dos viejos amigos
La lista es interminable, muchos de los acusados no nos llegan porque son celebridades estadounidenses, a lo mejor en breve nos descubren que Donald Trump también es el autor de tocamientos no deseados, sería una sorpresa desde luego. Las últimas en llegar han sido las grandes actrices, las que triunfaron y no sabían nada de estos comportamientos, pero que ahora los critican y condenan vía Instagram. Una de las últimas noticias destaca "siete mujeres han acusado a George H. W. Bush, de 93 años, de agarrar sin consentimiento su trasero durante la toma de fotografías", un acto verdaderamente repugnante. El gran acierto está en que esta vez las acusaciones han dado en el clavo, las condiciones eran las adecuadas: el auge del feminismo, el momento de renovar Hollywood y víctimas que estaban en el punto de mira desde hacía décadas se unieron en un mismo artículo, escrito por Ronan Farrow. El periodista neoyorquino ya lo había intentado con su propio padre publicando una carta de su hermana con motivo del estreno de "Café Society" (Woody Allen, 2016) —ciertamente no sé si era el motivo, pero coincidió—. No contó con que cualquier acusación contra Woody es tirar su tiempo a la basura. Woody Allen pertenece a la generación de Roman Polanski, un neurótico con claustrofobia enamorado de la hija adoptiva de su mujer y un pobre viudo que ahogó sus penas con una joven de trece años durante una picante sesión de fotos. Si a eso añadimos que son dos de los grandes creadores del siglo XX, no sólo se les perdona sino que se les defiende públicamente e incluso se les dan Oscars. Pero la franja en la que se mueven Weinstein y Spacey es distinta, son unos cerdos y no van a volver a trabajar.

Dos grandes expertos en escándalos sexuales

Ronan con el que Mia Farrow dice que es su padre
Ronan Farrow acertó con su exquisito artículo que destapó el "caso Weinstein" y ahora hay sondeos que lo sitúan como el próximo presidente de los Estados Unidos, él aún no se ha pronunciado al respecto pero probablemente su ambición no vaya más allá de acudir a las cenas benéficas de la Gran Manzana y seguir publicando en su humilde periódico. Que nadie investigue alrededor de las grandes figuras de Hollywood clásico, quién sabe qué tipo de comportamiento depravado podemos encontrar detrás de las orgías de Jack Nicholson, por no hablar de los guateques en la piscina de Rock Hudson. Si eliminásemos sus rostros de la historia del cine a penas nos quedarían dos o tres planos holandeses y películas tan imprescindibles como "Armas de mujer" (Mike Nichols, 1988), eso si no sale nada en contra de Harrison Ford con motivo del próximo rodaje de Indiana Jones, Dios no lo quiera. Esta medida que aquí expongo puede tacharse de extremista o histérica, pero viene propuesta a raíz de las medidas que ha tomado la HBO, eliminando todo el material que incluía al cómico Louis C.K. de su catálogo. Lo raro es que Time no haya elegido a Ronan Farrow como persona del año, al fin y al cabo las víctimas hoy sólo serían actrices fracasadas en un teatro de Los Ángeles sin él. Antes de cerrar el artículo me encuentro con otra noticia "Kevin Spacey ya abusó de un joven actor durante el rodaje de Sospechosos habituales". Lo que me recuerda que no es mal momento para recuperar este clásico del noir moderno, ahora que su director está desaparecido... tal vez por algún escándalo sexual.

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