jueves, 7 de septiembre de 2017

Verónica, heroína del grito

El cine español va asociado a un presupuesto, como el género de terror, he ahí el motivo de que ambos tengan una saludable relación con la taquilla. El terror español es reconocido internacionalmente, en lo que ha tenido especial relevancia el Festival de Sitges, y "Verónica" (Paco Plaza, 2017) nos demuestra que sigue en forma trayéndonos de vuelta al creador —junto a Jaume Balagueró—de la saga que se inició con "[•Rec]" (Paco Plaza y Jaume Balagueró, 2007). Vuelve con su apuesta más personal, un film cuidado y mimado, avalado por los hechos reales reflejados en el misterioso expediente policial y por las palabras del propio Plaza, quien asegura que "la historia se desvió para convertirse en algo casi autobiográfico". Lo que explica la fuerte presencia argumental que toma la vida diaria de una adolescente que ocupa el papel de madre de sus hermanos, además de la presencia de Ana Torrent y el uso de la canción "Hechizo" de Héroes del Silencio como un elemento hipnotizador, un amuleto que juega con el sueño y los poltergeist. El guión de Plaza y Fernando Navarro no deja de ser una oda a la adolescencia, donde los problemas más insignificantes se ven aumentados por la potente lente del púber y el colegio es la reducción del mundo. "Verónica" juega más allá de la trama de terror, alimenta una historia aún más oscura sobre la chica abandonada por sus amigas, la lectora de revistas de ocultismo, la niña que perdió la vida aquel noviembre de 1992. El director se sitúa en puntos muy personales, por ello resulta un error "enseñar al bicho", lo que reduce la película a un terror más ordinario. Menos nuestro y más de todos.

Vero y la Hermana Muerte

Antoñito, uno de los platos fuertes del film
"Verónica" es brillante en lo personal, en la facilidad narrativa de Plaza. Parece que está jugando con la cámara en todo momento, como ese trampantojo inicial con el grito de la niña, uno de los genios del terror español se divierte con su nueva criatura y no solo en la técnica, los sustos se tornan en broma para dosificar el horror y dejar paso a los espíritus familiares. La cinta destaca por su importante grado de originalidad, el único problema se ve cuando cae en lo convencional, en las sombras, los monstruos y los sustos acompañados de la batuta de Chucky Namanera. Claro que todo ello funciona, pero también evidencia que el mejor perfil de "Verónica" es el del cuadro del todo a cien, el de la madre saturada en un bar poblado por toda la afición del Rayo Vallecano y el de los niños, esos tres grandes descubrimientos del film que arrancan lágrimas y sonrisas por igual. Bruna González, Claudia Placer Iván Chavero son los hermanos de Verónica (Sandra Escacena), interpretaciones que son todo ojos y naturalidad. Todo sentimiento es cien veces mayor a través de los ojos de un niño, y Paco Plaza lo aprovecha con tacto y sentido del humor. Otro de los fuertes que estructura la historia es la religión, aunque la Hermana Muerte (Consuelo Trujillo) eche balones fuera diciendo que "Dios no tiene nada que ver en todo esto". "Verónica" nos lleva al Vallecas de los noventa y a una historia oscura escondida detrás del terror convencional del grito y la ouija. ¿Quién no disfruta volviendo a ver los walkman por las calles vistiendo el polo blanco del uniforme y viendo "¿Quién puede matar a un niño?" (Chicho Ibáñez Serrador, 1976) en la sesión de noche?

1 comentario:

  1. Gran artículo Patricio, qué bien traído todo y que referencias tan interesantes. ;)

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