lunes, 10 de julio de 2017

Cólico Netflíxico

Si empieza a sentir dolores agudos en la zona renal y fuerte escozor de ojos es probable que esté sufriendo un "cólico netflíxico", provocada normalmente tras largas horas de maratón seriéfila, intercalada con algunos de los conocidos títulos que nos ofrece la plataforma video on demand conocida como Netflix. Los primeros síntomas suelen ser la palidez en verano, la pérdida de noción de la realidad y del tiempo, como una droga termina por consumirnos con cada contenido, y cuando parece que has terminado con las series que entendías como preferidas descubres otra o simplemente lanzan "nuevos episodios". Netflix se ha convertido en un fenómeno por encima del resto de sus similares, un lugar por el que caminar eternamente al estilo "Matrix" (Lilly y Lana Wachowski, 1999), del que solo puedes librarte durante ese breve período en el que buscas una película y no la encuentras, porque hay que reconocer que en el aspecto del largometraje aún sigue un poco atrasada. Exceptuando sus originales o estrenos exclusivos, donde una vez más están a la cabeza. Sus títulos suelen estar cargados de un humor muy personal, sarcástico y negro, con personajes corrientes que se salen de una rutina que les tenía apresados, el viaje del héroe de toda la vida rociado con el –también absurdo y bufonesco– humor marca Netflix. Es el caso de títulos como "Lago Shimmer" (Oren Uziel, 2017) o "Ya no me siento a gusto en este mundo" (Macon Blair, 2017), esta última un despotrique cinematográfico brutal que recuerda al Schrader más brutal de "Como perros salvajes" (2016) unido a cierta comedia indie. Pequeñas joyas de Netflix en definitiva.

Elijah Wood y Melanie Lynskey "ya no se sienten a gusto en este mundo"

El cartel no hace al monje
Ese rastro de humor salvaje también conduce a algunas de sus series como "Santa Clarita Diet" (Victor Fresco, 2017) o la recientemente estrenada "G.L.O.W." (Liz Flahive y Carly Mensch, 2017), algunas más exageradas que otras. La crítica, el sarcasmo y la sátira siguen siendo su seña de identidad en sus grandes apuestas como "Máquina de guerra" (David Michôd, 2017), superproducciones que cuentan con rostros como el de Brad Pitt, o el de Tilda Swinton y Jake Gyllenhaal en el caso de "Okja" (Bong Joon-ho, 2017). Esta última se ha convertido en un fenómeno dentro de la plataforma, el prestigioso director surcoreano estrenaba así su película dando la seña autoral que desde hace tiempo se buscaba en Netflix y que terminará por conformarse con el estreno de "The Irishman" de Scorsese, todo un desplante a Cannes y las salas de cine. Aunque pienso, ¿que se estrene en una plataforma digital no tiene porqué quitar el film de las salas? La propia "Okja" tiene un alma de sala, grandes efectos especiales y una gran producción que le ha llevado a estrenarse en varios cines mundiales, que Netflix participe en una producción no tiene porqué ser el fin de la sala, que supone un ritual histórico mucho más profundo que la exclusividad de ver una película en casa. Pero Netflix tiene también un lado serie, digo serio, otras originales como "Stranger Things" (The Duffer Brothers, 2016), "Narcos" (Chris Brancato, Carlo Bernard y Doug Miro, 2015) o la reciente "13 Reasons Why" (Tom McCarthy, 2017), convertidas en auténticos éxitos virales, con cientos de admiradores que bien se merecen este producto que llega a extremos realmente cinematográficos, todas ellas tienen confirmada un temporada más.

Pero el cartel si hace al narco

Hasta aquí he citado algunos de los títulos más íntimos y personales de la plataforma, y si ya empiezan a sentir el cólico les aconsejo que dejen de leer en este punto. El enorme catálogo sigue sumando y a todo ello se unen por encima dos series originales que han ido creciendo hasta puntos desorbitados, hasta convertirse en títulos magnánimos del mundo de la serie. "House of Cards" (Beau Willimon, 2013-actualidad) y "Orange is the new black"(Jenji Kohan, 2013-actualidad" son dos obras excepcionales y los pilares fundamentales sobre los que se sostiene el gran poder de Netflix, además de ser los primeros en hacernos a sufrir los cólicos netflíxicos. La grandeza de esta plataforma está también en su facilidad para coger grandes títulos que han cobrado gran relevancia, así, sin ser de Netflix, podemos disfrutar en su catálogo de títulos como "Homeland" (Alex Gansa y Howard Gordon, 2011-actualidad) o "Vikingos" (Michael Hirst, 2013-actulidad). Todo ello ha llevado a enormes empachos producidos por el desmedido materia audiovisual, que nos somete a una tortura al estilo de la de "La naranja mecánica" (Stanley Kubrick, 1971), solo que permitida y provocada por nosotros mismos. Tras sufrir varios cólicos el próximo paso es el derrame netflíxico, por el que nuestro cerebro es capaz de consumir todo tipo de material audiovisual sin importar tiempo, calidad, ni imagen. Sobre el material español la plaga ha comenzado a extenderse poco a poco, "7 años" (Roger Gual, 2016) se convirtió en la primera película española con producción de Netflix, prácticamente una obra teatral —algo aburrida— rodada, y "La chicas del cable" (Ramón Campos y Teresa Fernández-Valdés, 2017) la primera serie estrenada a nivel mundial que apostaba por la ficción española de estilismos viejunos e historias de amor repetitivas, que sin embargo engancha de una forma increíble. No se pierdan a Concha Velasco doblada al inglés. Les felicito si han llegado hasta aquí, lo cierto es que yo dejé el piloto automático hace dos párrafos y estoy viendo una serie.

Las chicas del cable buscando señal para ver Netflix

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