viernes, 30 de junio de 2017

Colossal, natural de Cabezón de la Sal

Cuenta Nacho Vigalondo que su última película iba a titularse "Santander" e iba a comenzar en la estación de autobuses de Cabezón de la Sal. Parece ser que poco ha cambiado en este guión original que ha terminado por convertirse en "Colossal" (Vigalondo, 2016), una cinta sencilla sobre el regreso al hogar, los fantasmas del pasado y monstruos gigantes que destruyen Seúl, que resulta ser una historia profundamente universal. ¿Quién no se ha despertado con resaca después de destruir una ciudad asiática controlando un monstruo que aparece cuando pisas el parque del pueblo de tu infancia? El planteamiento del director cántabro resulta brillante en su originalidad para enfrentarnos a una historia que no deja de ser corriente, en la que relucen las excelentes dotes del cineasta para las relaciones entre personajes. Que el film lo protagonicen Anne Hathaway —Oscar winner— y Jason Sudeikis —SNL Star— no ha impedido que Vigalondo logre sacarles toda su naturalidad, hasta el punto de emular a los personajes de Michelle Jenner y Julián Villagrán de "Extraterrestre" (Nacho Vigalondo, 2011), film profundamente conectado con el que ahora estrena. En ambos vemos la reacción más "humana" ante lo fantástico, ya sea con una nave espacial o un "King Kong alcohólico" —como el propio director ha definido el personaje de Hathaway— siempre se afronta con risas, torpezas y humanidad que terminan por sacar el lado más despreciable de unos personajes que entendíamos como "bondadosos". A partir de aquí Vigalondo juega con sus creaciones a una versión avanzada de "Operación", donde gana al que más luces rojas se le enciendan, el juego macabro de un español en América que se divierte con la disección de sus ranas, esa clase de biología tan recurrente en el cine de Hollywood.

Sudeikis y Hathaway recordando la infancia

La comedia está implícita en nuestra condición de humanos, por ello disfrutamos con la personificación de ese monstruo simpático, de cara coqueta y juguetona que nos arranca sonrisas desde su primera aparición. Una cosificación del poder feminista, que por otra parte está tan de moda, llevado al máximo, como todas las pretensiones sentimentales que muestra la película. El otro día Javier Marías nos criticaba por hablar de "obra maestra" con cada cinta española estrenada, la verdad es que con "Selfie" (Víctor García León, 2017), "Verano 1993" (Carla Simón, 2017) y "Colossal", se nos presenta un verano de Obras Maestras —com mayúsculas— que indican la alta calidad de cierto cine español. Cine fresco, divertido y contemporáneo de nuestro tiempo, no como cierto periodista al que no le gusta Gloria Fuertes. La última parte del film de Vigalondo se torna más grotesco, engrandeciendo la burla junto a los efectos especiales y tomando un exquisito ritmo en la acción que finaliza de forma excepcional. Puede que no me acuerde bien de todo el metraje de la película, pero nos gana porque nos deja con buen sabor de boca. Vigalondo ha crecido como director y como guionista, elaborando escenas repletas de diálogo, acción, thriller y chantaje audiovisual, como ese chispeante encuentro entre el personaje de Sudeikis y Dan Stevens —pareja de Hathaway en la película— que termina por recordarnos al ritmo y elaboración de la escena de Tarantino. Sólo por ese momento "Colossal" merece la pena. Una capacidad brutal para grabar momentos que probablemente venga heredada de su carrera como cortometrajista, acompañada de un sentido del humor agudo y perspicaz. Es probable que desde la última época del Hollywood clásico no viésemos en el cine un puñetazo a una mujer tan rotundo como en "Colossal". Les ruego que vayan al cine a ver la última Obra Maestra del cine español, sigo sin entender por qué le ha costado tanto encontrar distribuidora.

El gran Vigalondo rodando en una barra que ya es leyenda.

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