domingo, 9 de octubre de 2016

God bless America (and the sausages)

El poeta americano, John Godfrey Saxe, pasaría a la eternidad cuando escribió en The Daily Cleveland Herald aquello de que "las leyes son como las salchichas, es mejor no ver como se fabrican", frase atribuida durante muchos años al canciller Otto von Bismarck. En "La fiesta de las salchichas" (Conrad Vernon y Greg Tiernan, 2016) ocurre algo parecido, estamos ante una gamberrada épica de la que es mejor desconocer su origen, pues estamos ante un film ordinario, homófobo y casi pornográfico, una radical muestra de originalidad y libertad que la convierte en un film meramente simbólico donde la carcajada está asegurada. No sólo bajo la sátira de nuestra sociedad o de las burlas religiosas (magnífico el conflicto israelí-palestino), sino por una extralimitada sorna que avanza dispuesta a reírse de absolutamente todo: el sexo, la religión, el american dream o incluso el holocausto (con la magnífica intervención de los Marx Brothers). Siempre bajo una deliciosa figura alimenticia que nos estremece al salir con hambre del visionado de esta cinta. La base argumental es también una ladina  diatriba hacia al último cine de Pixar (en el guardabarros), compartiendo esos "seres" (ya sean juguetes, animales o, en este caso, productos de supermercado) una realidad mayor y un camino de vuelta a casa. Si hay algo que alabar de este desmesurado divertimento es la ruptura contra todo tipo de cliché, la inventiva como abanderada y el tomar la obscenidad como objeto de crítica social. Que todo ello esté en una fantástica animación 3D es sencillamente la socarronería final, que llega a su apogeo en esa especie de salò nutricional, traducido en la sala como una orgía de de carcajadas y chillidos.


"La fiesta de las salchichas" es ante todo una película libre, como todas las que han maquinado con anterioridad Seth Rogen y Evan Goldberg, solo que con la vía libre de parodiar la animación, un campo ilimitado para plasmar sus oscuras obsesiones, con el añadido de Jonah Hill, colaborador en la historia original del film. Todas las cortapisas que imponen el cine en acción real se convierten en el punto de partida para esta animación cómica que se alimenta del exceso y del propio universo del que se ríen sin ningún complejo de culpa. Es por ello por lo que uno se siente completamente liberado en la butaca, no tiene porqué compartir lo que sucede -a nivel moral no tendría ni que planteárselo- sin embargo es mejor dejar la moral a un lado y gozar de la carcajada. Es cierto que en algunas ocasiones el humor comienza a hacerse repetitivo y las situaciones son cada vez más machaconas, pero enseguida descubrimos nuevas situaciones y nuevos personajes con nuevos chistes, habilidades y filias conejeras. El Chicle/Stephen Hawking es la máxima representación de estas situaciones completamente abstractas que incluso rozan el surrealismo cuando la propia comida quiere formar parte del mundo real. Por último hay también una magnífica caricatura de todos los géneros, siendo el western el gran triunfador con Teresa del Taco (Salma Hayek en la V.O.) como alférez de una sensacional crítica al colonialismo americano. Por último no nos olvidemos de el gran antagonista dentro de esta terrible realidad, un malo algo flojo y vulgar que no está a la altura de las circunstancias, como ese final que después de todo nos lleva al american way of life como una explicación innecesaria de que todo lo vivido no era más que una broma. Algo así como "sin rencores". No duden en ver "La fiesta de las salchichas" para reír de lo lindo.

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