domingo, 3 de julio de 2016

Cimino alcanza 'la puerta del cielo'

El otro día me dispuse a ver "Network" (Sidney Lumet, 1976) cuando mi cinefilia me llevó a otro film, había visto recientemente "Aeropuerto 77" (Jerry Jameson, 1977) para completar correctamente el homenaje a Olivia de Havilland, me fijé en la aparición de George Kennedy, su rostro se fusionó con del de Jeff Bridges y busqué si habían hecho un film juntos, efectivamente, "Un botín de 500.000 dólares" (1974) con Clint Eastwood al frente. Decidí verla y, para mi sorpresa, descubrí que era la ópera prima de Michael Cimino, un film algo inestable pero lleno de interesantes guiños y pionero en uno de los géneros que triunfaría en la época, las películas de colegas o buddy movies integradas en una trama negra, con asesinatos, robos, etcétera. Un guión sencillo, algo previsible, pero cargado de la increíble dosis de entretenimiento que aporta Eastwood en cada uno de sus gestos, de sus disparos o de sus sonrisas de medio lado. Leyendo la historia que envuelve la primera cinta de Cimino descubro que es un proyecto que originalmente estaba destinado a la dirección del actor, que había quedado fascinado con el guión que le había ofrecido Cimino, quien también había estado brillante con el libreto original de "Harry, el fuerte" (Ted Post, 1973), donde conoció al Eastwood actor. Un cúmulo de casualidades me llevó a descubrir esta primera película de uno de los genios de Hollywood con una de las carreras más cortas en la industria, el momento era el adecuado y "Thunderbolt and Lightfoot", como se tituló en su versión original, fue todo un éxito en Estados Unidos, como previno el propio Clint al comprar los derechos del guión. Probablemente la clave esencial de esta ópera prima fue que le permitió levantar su siguiente y ambicioso proyecto, "El cazador" (1978) es hoy una de las joyas indiscutibles del cine, un trato influyente y distinto de la guerra de Vietnam.


"El cazador" es hoy uno de los clásicos indiscutibles, un film donde la guerra no es más que un factor clave para desarrollar la historia de tres amigos, una cinta que unió a la pareja formada entre Meryl Streep y John Cazale, casados dos años antes, y que terminó con el triste fallecimiento de Cazale, ambos conocedores de su enfermedad, y cuya entrega al Séptimo Arte les llevó a rodar primero las escenas de Cazale, entregado por completo a la cinta, protagonizada por Robert De Niro, Christopher Walken y John Savage, la deslumbrante epopeya que rueda como el tambor de la mítica ruleta rusa. Con ella saboreó las mieles del éxito, las mismas que se esfumaron con el fracaso de "La puerta del cielo" (1980), el film que puso en bancarrota a United Artist que tuvo que ser absorbida por la Metro Goldwyn Mayer, una cinta que en su primer corte superaba las cinco horas, sin duda una película poco comercial que, pese a su reparto fue uno de los fracasos más sonados de la industria. Lejos de la taquilla, de Hollywood, o de la calidad argumental de la película, Cimino demostró una habilidad única para dirigir, una visión completamente distinta a su época que brilló cuando supo adaptarla a ella, y se hundió cuando la dejó volar. Su cine fue como mínimo grandioso, enriquecido por la leyenda que suele cautivar al público cuando pierde durante años a un gran director de estrellas. Tras adaptar "El siciliano" (1987) de Puzo sin la misma suerte que Coppola, dirigió dos largometrajes más que le llevaron a un exilio misterioso, una desaparición extraña que nos hizo comenzar a dudar sobre la existencia del director de "El cazador", sin embargo el film estaba ahí. Su reaparición en Cannes (¿era verdaderamente él?) nos tranquilizó, volvió para reconocer su cinematografía, e incluso participó en uno de esos films de títulos kilométricos que reúnen a grandes directores para participar de un Festival. Su fallecimiento llega temprano, al manos con el reconocimiento que merecía en vida, y no con los homenajes póstumos (que también los habrá), que acostumbra nuestra carcelaria sociedad.

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