lunes, 13 de junio de 2016

X-Men: sospechosos habituales

Existen dos clases de seguidores del cine de superhéroes, en primer lugar aquellos fans y admiradores que viven una vida paralela repleta de villanos, son los frikis, en el mejor sentido de la palabra, y por otro lado nos encontramos cientos de personas que hemos quedado enganchados por las interminables sagas cinematográficas, que asistimos a los cines con la intención de no perder detalle sobre la vida nuestros camaradas con poderes... y el cameo de Stan Lee. Sin embargo, personalmente, creo que existe una simbiosis especial con los X-Men, fueron los primeros que se lanzaron a la aventura del cine, los primeros pasos de Marvel sobre el celuloide, obtuvieron unos resultados excelentes, además de historias profundas y humanas, mucho más allá de los efectos especiales y los espectaculares combates finales en los que deriva todo film de superhérores que se precie. Desde entonces la saga ha sido dirigida por Bryan Singer, un autor sensacional que ha logrado dejar su sello en todas sus películas, por ello "X-Men: Apocalipsis" (2016) resulta el mejor film de este tipo de la temporada, lejos de las divertidas gamberradas de Los Vengadores, y las paranoias sin autor de Batman y Superman. Singer trabaja sobre un guión reforzado en los personajes que ya conocemos y el hilo que los mueve entre el bien y el mal, aunque todos se unan por un enemigo común. La presentación de Apocalipsis en el Egipto faraónico es sin duda una de las mejores de los nuevos villanos, así como los créditos, que rozan lo que hoy llamaríamos cutre, lo que en realidad no es más que el mantener una conexión con la originaria "X-Men" (Bryan Singer, 2000). Marvel apostó en sus inicios por grandes autores, Ang Lee dio su propia visión a los orígenes de "Hulk" (2003), Guillermo del Toro levantó la saga de "Blade" (1998-2004) y Sam Raimi formó la bases del héroe en "Spider-Man" (2002-2007)


Entre todos ellos Singer se hizo con los personajes más apetecibles, una inacabable saga que podría dedicar un film a cada alumno de la escuela Charles Xavier, todo ello después de haber formado uno de los films más correctos del Hollywood contemporáneo. "Sospechosos habituales" (Bryan Singer, 1995), es la pequeña joyita del nuevo noir, que experimentó con la astucia de los espectadores, despistados al venir de servírseles el cine en bandeja de plata. Se puede identificar "Sospechosos habituales" como el perfecto mediador entre "Amor a quemarropa" (Tony Scott, 1993) y "Se7en" (David Fincher, 1997), tres obras maestras que dieron muestras del mejor cine de autor en plena industria. Bryan Singer ha formado con toda la saga de la Patrulla-X, un matiz único que le permite ahondar en las luces y las sombras de sus personajes, la capacidad de diseccionar épocas emblemáticas como los 60' o los 70'. Tal vez uno de los mayores errores de "X-Men: Apocalipsis" es la poca implicación en mostrar los 80', una época tan icónica, que sin embargo pasa desapercibida entre la victoria escuela del Profesor-X y las luces grises del Berlín Oriental. Los actores resultan cada vez más implicados en su personaje, y el espectador audaz disfruta con los guiños a la gran historia que todos conocemos y que se va uniendo con pequeños detalles (el sensacional cameo de Hugh Jackman como Lobezno). Oscar Isaac resulta el actor perfecto para ponerse en la piel del villano de una gran superproducción, como Singer ya ha demostrado su enorme capacidad interpretativa en pequeñas delicias calmadas como "A propósito de Llewyn Davis" (Hermanos Coen, 2013) o "El año más violento" (J. C. Chandor, 2014). Algo parecido sucede con Jennifer Lawrence, James McAvoy y el enorme Michael Fassbender. La historia es sin duda interesante, rescata el espíritu inicial de las películas de superhéroes, que por otra parte nunca ha perdido la Saga X-Men, sospechosos habituales en la calidad/cormercialidad ("sin duda la unión perfecta", Alfred Hitchcock). 

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