jueves, 30 de junio de 2016

"Dos buenos tipos", american comedy

Cuando comienza la temporada cinematográfica de verano uno puede esperarse lo peor, excepto algún blockbuster de superhéroes y alguna cinta made in Disney Pixar, que logran captar la atención de toda la familia armados con un gran guión, el resto de las ventas veraniegas se pierden en el chiste fácil o el cine basura, para ver y tirar, películas que no alcanzan ninguna trascendencia más que la de dejarnos alguna broma en la retina que terminamos por asumir como nuestra, olvidando completamente su origen creativo, si lo hubiera. Por ello me sorprendí cuando comencé a leer buenas críticas, algunas muy elogiosas, sobre el último film de Shane Black. Es cierto que se trata de un personaje peculiar, con una carrera peculiar, actor de cameo ocasional en películas de sus amigos como "Depredador" (John McTiernan, 1987), de la que ahora prepara un nuevo film como director, autor de la nueva comedia americana con su ópera prima, "Kiss Kiss, Bang Bang" (2005), de la que al menos logró una gran amistad con su protagonista, Robert Downey Jr., que recientemente sería la mano tendida al cineasta, que recuperó su status director en Hollywood cuando el actor logró que dirigiese la tercera entrega de "Iron Man" (2013). En los primeros guiones de Black, algunos de los libretos mejor pagados de la década de los noventa, se presenciaba una fuerza joven que a su vez rescataba una comedia americana instaurada en las producciones de los setenta y ochenta, la juventud de Black, un cine fácilmente consumible con muestras de acción y comedia que dieron la vuelta al mundo. Así llegó de su pluma "Arma Letal" (Richard Donner, 1987), y con todo ese espíritu de una comedia joven y renovada llega su último film, "Dos buenos tipos", trasladada a los años setenta donde el humor con el que se maneja todo el guión fue la base política y social de la ciudad de Los Ángeles.


No coincido en que la película sea sorprendente y renovadora, más bien es una película a la antigua con una mentalidad moderna, un experimento que funciona y que elabora una perfecta cinta para el verano. La trama detectivesca con divertidos guiños al noir americano, la pareja de antihéroes unidos por un mismo fin, y la interpretación de la misma por parte de Russell Crowe y Ryan Gosling es una unión perfecta para un film con altas dosis de entretenimiento. Crowe domina la comedia con sorprendente buena mano, tanto el chiste redactado de guión como la violencia cómica, que el personaje de Gosling encaja con humor, y nos muestra un lado diferente en la comedia del actor, una vis cómica, no desconocida pero sí encajada de una forma diferente, con ganas. Lo mejor de "Dos buenos tipos" es que se muestra como una cinta plena, tanto en la nostalgia, como en el cuidado look, el fantástico Richard Nixon en la piscina es todo un puntazo, las muestras de una american comedy que elabora el gag y lo adapta a la trama, sin plasmarse como muchas veces vemos en la comedia medida con cuentagotas en las grandes producciones de los estudios. Se acusa al film como una película comercial, donde los rastros de pretender hacerlo comercial son evidentes, en mi opinión puede verse como una película comercial en España y Europa donde aún respiramos un poco de la vieja comedia, pero no me encaja con al actual mentalidad american-trump, por lo que prefiero tomarla como un film arriesgado con ganas de contar un historia. Y que no pase desapercibida la aparición de Kim Basinger, completamente perjudicada por la cirugía estética que no le deja más que dos escuetas escenas, cargadas de la primaria denuncia social-medioambiental de la película. La reivindicación resultaría banal, facilona y vista, si no fuese por el acordado final que firma Black cargado de su humor más black. 

martes, 28 de junio de 2016

Gracias, Bud

Estaba claro que nosotros íbamos a recibir la última bofetada, el fallecimiento de Bud Spencer nos llega con un claro sonido a tortazo y una tristeza amenizada con su recuerdo, y la última palabra que el intérprete italiano dedicó a su familia: "Gracias". Una sencilla palabra que personalmente reitero con un enorme agradecimiento, no sólo por las grandes dosis de entretenimiento que nos proporcionó con sus populares cintas, sino por el afecto que logró ganar con cada una de sus bofetadas. No era Il Bruto habitual que realizaba el trabajo sucio, era un bruto bonachón, siempre encarnaba personajes populares que hacían una divertida burla de la propia sátira de lo popular. Se trata de un actor a tener en cuenta porque su cine se debe tener en cuenta. Mientras Sergio Leone hizo del spaghetti western un género de culto con su "Trilogía del Dólar" (1964-1966), Giuseppe Colizzi aprovechó los mismos decorados almerienses para captar todos y cada uno de los marcados clichés que Leone había establecido tan 'técnicamente' y para protagonizar la "Trilogía de Stevens y Bessy" (1967-1969), logró encontrar una pareja indestructible que dio una vuelta al western italiano, habían nacido Bud Spencer y Terence Hill. Ambos son uno solo, se compenetran de tal forma que uno es capaz de ver al otro hasta en sus películas en solitario, es decir, por separado, y es que entre bromas y risas, estereotipos y clichés, Spencer y Hill hicieron de sus películas de tortazo y chiste pequeñas piezas de culto, cintas donde la reacción al puñetazo sucede antes de que éste se ejecute y el hilo de nailon que hace volar los muebles por los aires se desvela entre reflejos, son gazapos buscados, y no escondidos como los que encontramos de vez en cuando en la (por otra parte magníficas) producciones americanas.


Bud Spencer es un Paco Martínez Soria de género, donde su fascinación por lo que le rodea viene de la humildad de su origen a diferencia del anciano Martínez Soria que contemplaba los avances de nuestra sociedad desde una mentalidad del siglo XIX, dispuesta a abrirse entre piernas suecas e hijos póstumos. Como me sucede con el cine de Martínez Soria, existe un ánimo de cariño hacia el cine de Bud Spencer y Terence Hill, cuando era un infante vi por primera vez "Banana Joe" (Steno, 1982), la película me cautivó, no podía parar de reír con cada tortazo que se plasmaba en el celuloide sin venir a cuento, con cada plátano lanzado por el humilde poseedor de un barco que ve su cotidianidad trastornada por la insufrible burocracia. Desde entonces para mí Bud Spencer es Banana Joe, ni siquiera cuando fue averiguando su pasado como nadador olímpico bajo el nombre de Carlo Pedersoli, o su futuro político en la Forza Italia de Berlusconi, tampoco cuando fue dando bofetadas por Madrid en un anuncio de Bancaja dejó de ser Banana Joe, el héroe discreto, el héroe del pueblo que se va en silencio, sin llamar la atención, con su problema burocrático resuelto, y con una buena bofetada al sistema, desde una isla paradisíaca. También fue co-autor del guión de esta fábula llena de semántica levantada sobre un denominador común imperante en toda su filmografía, su sello como guionista le da otro matiz, es ahora una copia firmada personalmente. Entre otros títulos a tener en cuenta se debe señalar "Le llamaban Trinidad" (Enzo Barboni, 1970), su western más completo con Terence Hill, y "Par-Impar" (Sergio Corbucci, 1978), la mejor comedia de la pareja que sale de su género habitual para encasillarse fuera del cine en el que se les había encasillado.


Terence Hill, americanización de Mario Girotti, logró estar muy unido a su compañero de reparto, se convirtió en un cineasta completo, en los últimos años recuperó su fama como intérprete con la popular serie italiana "Don Matteo" (2000-2016), que devolvió la figura de la pareja rescatando su programación en canales de todo el mundo. Ya como director, Terence Hill, programó su despedida cinematográfica con su eterno compañero, en un disparatado western cuyo título recuerda a alguna que otra película de Paco Martínez Soria, "Y en Nochebuena... ¡Se armó el Belén!" (1994). Bud Spencer fue toda una celebridad en Italia, conquistó también nuestra ibérica península dominando nuestra lengua, ya que fue aquí donde transcurrieron los rodajes de su época dorada, y donde volvió para rodar alguna de sus últimas películas como "Al Límite" (Eduardo Campoy, 1997), un noir moderno que recientemente emitió Televisión Española con motivo de un ciclo policíaco del programa "Historia de nuestro cine". Por lo que deducimos muy honrosos que Bud Spencer es también historia de nuestro cine... aunque su nombre artístico haya nacido entre malta de cebada americana Budweiser y un ídolo intrépido Spencer Tracy (habitual al porrazo en sus primeras producciones, aunque desplazado a la comedia screwball de mano de Katharine Hepburn). Tortazos con la palma abierta, una gran mano que facilitó dolor y risas, risas de carcajada, la verdadera risa que funciona con fines terapéuticos. Por ello, por el uncredited como guardia en "Quo Vadis?" (Mervyn LeRoy, 1951) y más Gracias, Bud, Gracias, Banana Joe.

sábado, 25 de junio de 2016

Summer Trump

Campamento Salvaje. La noticia de que un hombre como Donald Trump llegue a ser candidato por el partido Republicano a la Casa Blanca ha sacudido el panorama internacional con fuerza, su perfil de niño caprichoso se esconde tras polémicas rabietas que soluciona con un acomodado fajo presidido por Woodrow Wilson. Su figura ha sido caricaturizada desde el comienzo de su actividad pública, siempre bajo su altiva mirada e incluso haciéndose partícipe de su propia caricatura, como hizo con Woody Allen en "Celebrity" (1998), el neurótico director neoyorquino se la guardaría hasta "Si la cosa funciona" (2009), su vuelta a la Gran Manzana donde una sureña que descubre la costa este tiene su figura de cera como máxima ejemplificación del gran hombre americano. Una divertida anécdota sobre su mentalidad republicana que, sin embargo, ha ido modificándose a lo largo de los años, sin duda es la ideología que defiende sus derechos, pero sus habituales caprichos le han hecho declararse demócrata o independiente en los últimos años, siempre para levantar polémicas absurdas que movilizan a la ciudadanía del país de las hamburguesas. El populismo es la carnaza de los vagos, que pican como la vulgar pescadilla, deseando devorar el sistema como pirañas del Amazonas. El propio Trump prefiere hacer el ridículo y ejercer así el lema "que hablen de mí... aunque sea mal", su naturaleza no es la de engañar porque todos sabemos que la mayoría de sus propuestas son imposibles. El programa político de Trump se escribe sobre el guión de "Richie Rich" (Donald Petrie, 1994), siendo capaz de borrar el rostro del presidente Lincoln en el Monte Rushmore para grabar el suyo, ya que con el liberador de los esclavos sólo comparte el gusto por presumir de miembro. Macaulay Culkin, verdadero protagonista del film, ya se había cruzado con el en la segunda parte de "Solo en casa" (Chrus Columbus, 1990), que tenía lugar en su Nueva York, natal.


La teoría más afianzada es que se trata de un hombre dominado por su bisoñé, completamente al servicio de sus implantes, que probablemente tengan los genes de Buffalo Bill cruzado con los del oficial George Armstrong Custer. Entre Hillary Clinton, que puede convertirse en la Primera Presidenta Mujer, y Trump, Primer Presidente Naranja, el mundo entero prefiere a Hillary, la mayoría por ver a Bill Clinton condenado al status de "Primer Damo", pero al menos es una mayoría. Algo parecido le ocurre al antiguo Alcalde de Londres, el representante del Partido Conservador, Boris Johnson, que da el paso de bisoñé con tupé a peluquín mal colocado, y cuya utilización de un populismo exacerbado (apoyado por la corriente nacionalista británica) ha logrado un "Leave EU" en el referéndum sobre el BREXIT. Ante la atenta mirada de la reina Isabel II, que ha visto la Segunda Guerra Mundial, la creación de la ONU, de la CEE, del FMI, de la UE y por poco de los EEUU, y que condenaba su neutralidad ante este paso que ya ha tenido como consecuencia la dimisión de David Cameron, dejando vía libre al ascenso político de Johnson. Entre todo este océano político, España se encuentra en un clima pre-electoral que Pedro Almodóvar ya adelantó en sus "Erecciones Generales", aunque Donald Trump ya ha dicho que es el que la tiene más grande, aquí Pablo Iglesias y Alberto Garzón se han unido (a ver si pueden), vendiendo un populismo diferente, un llamamiento al pueblo para que se movilice, y es que, como dijeron ayer todos los candidatos tras conocerse el resultado del BREXIT: "Esto es lo que pasa cuando se deja elegir a la gente". No estamos capacitados, nuestra sociedad es una discapacitada política que escoge su candidato por el número de gritos argumentales que se escuchan en los debates, yo sin embargo escojo al que más me hace reír.


Ayer mismo, el director Álex de la Iglesia ofreció un discurso en la Facultad de Filología y Filosofía de la Complutense, un discurso movido por "la dificultad de pensar en nuestra sociedad actual", que después de introducirnos el actual humor del bilbaíno entre las principales corrientes filosóficas, supo hacer una valiente y cruda interpretación del miedo, la corriente filosófica que oscurece las páginas más importantes del guión de nuestra vida, un miedo que lleva al populismo, al terrorismo y a la derrota. "No sólo queremos lonjas vacías, queremos edificios llenos de pensamiento, aunque a veces nos salgan humedades". Claro que tampoco podemos huir del miedo frente a un gran desayuno americano, como tomaban ayer unas inglesas en una playa marbellí, mientras aseguraban estar completamente sobrecogidas por la noticia del BREXIT, intentando no atragantarse con una salchicha. El BREXIT no es más que otro nombre para definir la situación en la que se encontraban los ingleses desde hace tiempo, con su libra, claro que las enormes pérdidas en el mercado financiero, marcadas por la incertidumbre, se solucionarán con el ahorro en transporte del futuro Primer Ministro, pues no tendrá que volar de cumbre a cumbre al calor de la lumbre. Aunque ahora muchos de los que votaron a favor de la salida, se arrepientan por ese miedo atragantado. Propongamos pues una salida de la OTAN, o la vuelta a la peseta, ya que el disponer del euro no nos ha quitado el adjetivo de peseteros, aunque como le ocurría a Carmen Maura en "La Comunidad" (Álex de la Iglesia, 2000), que se veía sin dinero y con millones de pesetas en la maleta... ¿nos invitarán los cubanos a nuestro desayuno americano?

jueves, 23 de junio de 2016

Pérdida de memoria a largo plazo

Hace trece años el mundo vivió una revolución en la animación con "Buscando a Nemo" (Andrew Stanton y Lee Unkrich, 2003), un film único que logró unir a padres e hijos entre risas y una historia realmente cultivada, una búsqueda transoceánica llena de escenas memorables, chistes destornillantes, persecuciones absurdas protagonizadas por algunos de los depredadores más feroces del océano y personajes deleitables en cada uno de sus matices. Se ha decidido hacer una secuela sobre Dory, uno de los personajes estrella, un secundario protagonista de los grandes momentos del film, pero lo cierto es que cada personaje de "Buscando a Nemo" merece un spin-off propio. Aquella película de animación se ha convertido en una cinta indispensable, una historia original que dispone de una capacidad suprema para el entretenimiento. El film sorprendió también a la Academia de Hollywood que le otorgó el Oscar a la Mejor Película de Animación (por descontado), y tres nominaciones más, entre las que se encontraba la del Oscar al Mejor Guión Original, toda una hazaña para Disney Pixar, que se enfrentaba a una de sus primeras películas sin una canción en el argumento (por la que solían estar representados en las nominaciones de los Oscar). "Buscando a Nemo" tiene el añadido de un doblaje en español a la altura de la original, unas voces realmente divertidas que navegan entre el doblaje serio y el humor intrínseco que se añade a nuestras expresiones y nuestro lenguaje, sobre todas ellas destacó la fantástica Anabel Alonso, que nos hizo cantar por primera vez aquella fantástica canción: "Sigue nadando, sigue nadando, nadando...". En el reparto también encontramos maravillas de nuestro doblaje como José Luis Gil, Javier Gurruchaga, Ramón Langa o Blanca Portillo.


Para "Buscando a Dory" (Andrew Stanton y Angus MacLane, 2016), repiten Anabel Alonso que asume el protagonismo con la particular distracción que identifica al pez azul (y un poco amarillo) más famoso de todos los tiempos, además de José Luis Gil y un reconocible Javier Gurruchaga que vuelve a convertirse en el maestro raya, a los que se suman una enorme serie de voces que por primera vez tienen su representación en los créditos en castellano. Era algo extraño leer Ellen DeGeneres cuando acababas de escuchar durante hora y media la voz de una genial Anabel Alonso. En los trece años que separan ambas películas, la animación ha dado un vuelco descomunal, en televisión brillan personajes escatológicos cuyas historias siempre vienen envueltas en una cruel realidad, mientras que las películas también se han hecho con historias personales, marcadas por los sentimientos (como último ejemplo la reciente "Inside Out" (Pete Docter y Ronnie del Carmen, 2015), que resultan películas interesantes, pero que olvidan el factor más infantil, las bromas más ridículas, el "factor payaso" que es indispensable en la animación infantil, además de las grandes historias. "Buscando a Dory" recupera todo ello, vuelve al Disney Pixar de hace una década y brilla como una perfecta secuela de su antecesora, sigue su estética, mezclan sus fotogramas al comienzo del film para situar la historia, y la sigue en una misma línea de humor, de aventura y de revelación de nuevos personajes que poseen todos ellos la capacidad de hacer reír a un tipo determinado de espectador. El regreso de Dory ha sido sin duda unos de los proyectos más esperados de los últimos años, sin menospreciar la genial "Monsters University" (Dan Scanlon, 2013), y ha logrado cumplir todas las expectativas, con alguna gracia de regalo, y dos canciones que brillan por la belleza del momento. Unforgettable. ¿"Buscando al maestro raya" para dentro de trece años?

martes, 21 de junio de 2016

Jess Franco's "Tenemos 18 años"

La semana pasada el programa "Historia de nuestro cine" de La 2 conjugó cinco películas únicas, dentro de lo que consideraban un modelo de rara avis, entre ellas se alzaba la ópera prima de Jess Franco, un proyecto que rebosaba cine, género, estilo, ganas de acercarse a un cine que parecía cerrado a los estudios americanos, y que sobre todo ello brilla un Technicolor y una comedia comercial para cubrir las necesidades del productor que daba vía libre a un personalidad única en nuestro cine. Luis García Berlanga decidió así su única aventura en la producción, en la que también estaba dando cobijo a un gran amigo que rebosaba pasión para la profesión, mientras el primero preparaba una serie de televisión que no llegaría a buen puerto, el joven Jess soñaba con una filmografía centenaria, y así sería pues tras rodar "Tenemos 18 años" (1959) el director llegaría a filmar más de doscientas producciones. La figura de Jess Franco como director ha dado mucho que hablar, siempre se ha puesto en entredicho su calidad como creador, sin embargo ha sido uno de los directores que más películas a conseguido estrenar. Amante del cine de terror logró unir su pasión llevándolo a la Serie B e inventando un nuevo género que se mueve entre el cine fantástico y el erótico, cargados de un fuerte visual que afronta guiones irregulares, siempre marcados por los grandes clásicos y por el bajo presupuesto que tenían como condición. Con una fuerte cultura audiovisual su cine está cargado de referencias míticas, sangre rosa y planos imposibles que aprendió de la mano de su maestro, Orson Welles, con el que rodó como ayudante de dirección y del que conservaría un metraje inédito que restauró y estrenó en 1992 como "Don Quijote de Orson Welles".


En "Tenemos 18 años" ya se pueden percibir todas las obsesiones de un joven director que decidió abrirse paso con una comedia alocada con dos desconocidas protagonistas que lucen una serie de desventuras que mutan de género ante los "diálogos adicionales" de Antonio Ozores, en varios papeles desvergonzados que fuerzan una comedia brillante que se luce en las ocasiones más disparatadas. Entre las muchas innovaciones que destacan en la película destacan los pequeños clips que muestran en apenas unos segundas la perfecta definición de lo que se intuye en un diálogo o en la propia escena, un estilo que veríamos a gran escala en el cine de Quentin Tarantino, especialmente en "Malditos Bastardos" (Tarantino, 2009), más tarde el cinéfilo director norteamericano se declararía un auténtico admirador del cine de Jesús Franco. Es habitual el cambio de géneros, y de registro dentro del propio género, en las óperas primas, así esta primera cinta de Franco deambula por el cine de terror, la comedia española de los cincuenta, el cine de gángsters e incluso por el drama existencial que triunfaba en Europa, una mezcla del todo irregular pero lúcida en todos los chistes que muestra, e incluso en lo que no pretender ser chistes. Terele Pávez, gran amiga del director, protagoniza la cinta junto a Isana Medel, novia por aquel entonces de Jess Franco, una pareja atípica ante las bellezas de los cincuenta que pretendían emular a las grandes actrices americanas que lucían en las portadas de las revistas, y de las que la protagonista hace una divertida burla. Se trata de dos papeles frescos, muy acorde con la naturaleza de las dos actrices, que tratan algunos de los temas esenciales de la vida del hombre con la misma ingenuidad que nos trasmiten los animados títulos de crédito de los Hermanos Moro.


La película rebosa color, un Technicolor especialmente caro en España, y con el que el propio Berlanga no se atrevería hasta "¡Vivan los novios!" (Berlanga, 1970). Sin embargo el joven director que triunfaba esa década con films más blancos con respecto a su habitual sátira, apostó por la película y por Jess Franco, lo hizo con su efímera productora Auster Films S.L. al limón con Fernando Vizcaíno Casas. El color y una historia aparentemente corriente rociada con una fina comedia parecía asegurar una buena producción, sin embargo la película fue una ruina, y tardaría cerca de ocho años en estrenarse, logrando entonces poco más de 200 espectadores. Una ruina total que cortó de raíz que futuro como productor de Berlanga, y que sin embargo inició una carrera imparable por parte del joven director, que se autodefinió como "un músico de jazz que hace películas", y que entre improvisación y ahorro logró continuar su filmografía hasta el fin de sus días. "Vampiresas 1930" (1962), se convirtió en una obra de culto donde el cine de terror y el mudo se dan la mano con algunos de los cómicos más reputados de la década, así Lina Morgan, Antonio Garisa y Antonio Ozores, no muy distante de su ópera prima, le consagró como el rey de la Serie B, destinándole a unos cientos de espectadores y más tarde a una serie de fanáticos que elevaron su cine al séptimo cielo. Así nacería la obra de un genio escondido tras kilómetros de celuloide, que prendió la mecha gracias a dos amigos como Berlanga y Vizcaíno Casas que aún no había logrado su éxito como escritor, aunque era ya un reconocido abogado y periodista. Quizás de todo ello afloraron las viñetas de "Todos tenemos 18 años", cercanas al humor de Mingote, Azcona, Mihura o Tono, participantes de una misma tertulia generacional. Gracias a "Historia de nuestro cine" por rescatar pequeñas obras, ya que es posible que el pasado martes lograse más espectadores que el año de su estreno. ¡Felicidades!

domingo, 19 de junio de 2016

Leandro de Borbón, escritor español

Leandro Alfonso Luis de Borbón Ruiz fue probablemente el último ser del siglo XIX, sin haber nacido en él, dispuso toda una vida a recordar que España es un país de bastardos, una monarquía sostenida sobre beltranejos, incestos y cientos de hijos naturales que disfrutaron de derechos reales a la sombra de toda la pompa de la corte, estableciendo así la misteriosa evasión de fondos públicos que desde hace años viene ligada a nuestro país. Leandro de Borbón mantuvo toda esa tradición llevada a los platós de televisión (sólo cuando fue reconocido bastardo oficial) y a sus libros de memorias que, publicadas una tras otra, se convertían en reposiciones de un terminator moderno sobre su bastardía y la de su hermana, mucho más discreta, todo hay que decirlo. Cuando encuentro el nombre de Leandro entre los fallecidos recientes de Wikipedia, luce antes que nada su descripción como "escritor español", título que comparte con Belén Estaban y Antonio Muñoz Molina, por lo que algunos de los usuarios de esta red de información han tardado en localizar a este curioso personaje, que como bien luce en todos los titulares periodísticos "Era hijo de Alfonso XIII y tío del Rey Juan Carlos I". La restauración borbónica tras la dictadura franquista vino moderada por una necesidad política y social que forjó unos fuertes cimientos de nuestra nueva monarquía, sobre todo con la amistad que se profesaron nuestros reyes eméritos con el rey de Inglaterra, que aún no ha sido, el Príncipe Carlos de Gales, y su encantadora ex-esposa. Todo ello nos hizo olvidar una época turbia en nuestra monarquía que se nublaba entre leyendas sobre el auténtico padre de Alfonso XII, o la turbada mente pornógrafa de Alfonso XIII, quien perdiera los últimos y escasos territorios que aún poseíamos de nuestro gran Imperio.


Leandro de Borbón era una reminiscencia de todo ello, para mantener la legitimidad a su padre decidió vestir siempre en exceso, y adornarse bigote y barba como si se tratase de un miembro de la corte del siglo XIX. Tras seguir los consejos básicos que podría haber obtenido de José Luis López Vázquez en "Moros y cristianos" (Luis García Berlanga, 1987), se decidió por un común denominador muy desenvuelto en los programas del corazón, aunque más bien podría haber sido una premisa ideal para una película de Ozores, una lástima que no fuese hasta el año 2003 cuando le fue concedido el apellido y poco más. Su madre, Carmen Ruiz Moragas, fue una reconocida actriz teatral de la época, lo suficientemente exuberante para encajar con la perversa mentalidad del rey, cuya condición fue suficientemente conocida como para estrenar "La malquerida" de Jacinto Benavente en 1913 y morir en la España republicana meses antes de la guerra. Sería precisamente Luis García Berlanga, quien recuperaría este reconocido affair -ligue story- para ilustrar su particular visión de la fallera vida de Vicente Blasco Ibáñez en "Blasco Ibáñez, la novela de su vida" (Berlanga, 1997), donde el rey fue interpretado por un real Carlos Hipólito, mientras que Goya Toledo no dejaba sospechas sobre su condición de La Borbona. La muerte de Leandro de Borbón, cercano a convertirse en nonagenario, nos llega como el fin del siglo XIX, de su look, de su bastardía y de su historia aunque, como todo, tampoco es conveniente olvidarla. La extravagancia del bastardo fue fuente de varios libros que hicieron olvidar su naturaleza como hijo natural del rey, para que hoy, en su obituario, le recordásemos como un escritor español. ¡Viva el Rey!

lunes, 13 de junio de 2016

X-Men: sospechosos habituales

Existen dos clases de seguidores del cine de superhéroes, en primer lugar aquellos fans y admiradores que viven una vida paralela repleta de villanos, son los frikis, en el mejor sentido de la palabra, y por otro lado nos encontramos cientos de personas que hemos quedado enganchados por las interminables sagas cinematográficas, que asistimos a los cines con la intención de no perder detalle sobre la vida nuestros camaradas con poderes... y el cameo de Stan Lee. Sin embargo, personalmente, creo que existe una simbiosis especial con los X-Men, fueron los primeros que se lanzaron a la aventura del cine, los primeros pasos de Marvel sobre el celuloide, obtuvieron unos resultados excelentes, además de historias profundas y humanas, mucho más allá de los efectos especiales y los espectaculares combates finales en los que deriva todo film de superhérores que se precie. Desde entonces la saga ha sido dirigida por Bryan Singer, un autor sensacional que ha logrado dejar su sello en todas sus películas, por ello "X-Men: Apocalipsis" (2016) resulta el mejor film de este tipo de la temporada, lejos de las divertidas gamberradas de Los Vengadores, y las paranoias sin autor de Batman y Superman. Singer trabaja sobre un guión reforzado en los personajes que ya conocemos y el hilo que los mueve entre el bien y el mal, aunque todos se unan por un enemigo común. La presentación de Apocalipsis en el Egipto faraónico es sin duda una de las mejores de los nuevos villanos, así como los créditos, que rozan lo que hoy llamaríamos cutre, lo que en realidad no es más que el mantener una conexión con la originaria "X-Men" (Bryan Singer, 2000). Marvel apostó en sus inicios por grandes autores, Ang Lee dio su propia visión a los orígenes de "Hulk" (2003), Guillermo del Toro levantó la saga de "Blade" (1998-2004) y Sam Raimi formó la bases del héroe en "Spider-Man" (2002-2007)


Entre todos ellos Singer se hizo con los personajes más apetecibles, una inacabable saga que podría dedicar un film a cada alumno de la escuela Charles Xavier, todo ello después de haber formado uno de los films más correctos del Hollywood contemporáneo. "Sospechosos habituales" (Bryan Singer, 1995), es la pequeña joyita del nuevo noir, que experimentó con la astucia de los espectadores, despistados al venir de servírseles el cine en bandeja de plata. Se puede identificar "Sospechosos habituales" como el perfecto mediador entre "Amor a quemarropa" (Tony Scott, 1993) y "Se7en" (David Fincher, 1997), tres obras maestras que dieron muestras del mejor cine de autor en plena industria. Bryan Singer ha formado con toda la saga de la Patrulla-X, un matiz único que le permite ahondar en las luces y las sombras de sus personajes, la capacidad de diseccionar épocas emblemáticas como los 60' o los 70'. Tal vez uno de los mayores errores de "X-Men: Apocalipsis" es la poca implicación en mostrar los 80', una época tan icónica, que sin embargo pasa desapercibida entre la victoria escuela del Profesor-X y las luces grises del Berlín Oriental. Los actores resultan cada vez más implicados en su personaje, y el espectador audaz disfruta con los guiños a la gran historia que todos conocemos y que se va uniendo con pequeños detalles (el sensacional cameo de Hugh Jackman como Lobezno). Oscar Isaac resulta el actor perfecto para ponerse en la piel del villano de una gran superproducción, como Singer ya ha demostrado su enorme capacidad interpretativa en pequeñas delicias calmadas como "A propósito de Llewyn Davis" (Hermanos Coen, 2013) o "El año más violento" (J. C. Chandor, 2014). Algo parecido sucede con Jennifer Lawrence, James McAvoy y el enorme Michael Fassbender. La historia es sin duda interesante, rescata el espíritu inicial de las películas de superhéroes, que por otra parte nunca ha perdido la Saga X-Men, sospechosos habituales en la calidad/cormercialidad ("sin duda la unión perfecta", Alfred Hitchcock). 

viernes, 10 de junio de 2016

Monarquía con "un destino singular"

La sociedad actual parece negarse a reconocer una ideología política neutral, o al menos con la capacidad de socorrer distintos matices, sin la necesidad de ser identificada con una derecha, una izquierda o una dictadura. Hoy son los extremismos los que componen la mentalidad política de un país, el populismo o el abuso de la propia democracia para los propios intereses, todos ellos -de izquierdas, de derechas- comparten los mismos puntos discursivos que se estudian respecto a los totalitarismos, para quien no desee leer un libro de historia tiene a su disposición "El gran dictador" (Charles Chaplin, 1940), como su máxima sátira fílmica (compartido con "Ser o no ser" de Ernst Lubitsch, 1942). Entre todo ello aflora una muestra diferente de gobierno; la monarquía se abre paso entre gritos de "¡Viva el Rey!", mientras unos kilómetros más allá queman la imagen del monarca. Ayer mismo en la presentación de la autobiografía de Simeón II, último zar de Bulgaria, se recordaron las palabras del monarca búlgaro defendiendo la monarquía parlamentaria, como el perfecto ejercicio político entre "patria y democracia". El título de las memorias, "Un destino singular", no es más que la perfecta definición, no sólo de la interesante y completa vida del zar, sino de toda la monarquía europea, porque lo que muchos ven como un desfile de momias que se divierten levantando el meñique mientras brindan en las bodas de su saga, no es más que la pervivencia de la historia, una historia que necesitamos recordar y que debe ser aceptada como el perfecto equilibrio en la balanza de la democracia que cientos de analfabetos reclaman con pancartas. A esa "historia" hizo alusión el rey Simeón en la presentación, aclarando que "se debe mirar con tiempo para poder aplicar sobre ella total objetividad, y así lo he hecho en este libro".


Libro que son también las primeras memorias de un rey contemporáneo, lo que nos permite analizar con total parcialidad detalles clave de nuestra historia reciente, desde un punto de vista único, desde los ojos de un Zar que se ha visto como un inmigrante en una Europa grisácea en la que aún permanecía el calor de las bombas de la II Guerra Mundial, un rey que se ha visto como ciudadano, como hombre de negocios y finalmente como presidente de la República de Bulgaria. Publicada en francés hace dos años, la autobiografía de Simeón II ha recorrido un largo trecho hasta la presentación de ayer, tal vez por intereses privados derivados en un desinterés público, sin embargo, tras superar todo ello, el libro ya luce en los escaparates de las mejores librerías. El evento celebrado ayer en la Real Academia de las Bellas Artes de San Fernando, congregó a gran parte de la aristocracia española, pues la presentación fue arropada por los reyes eméritos Don Juan Carlos y Doña Sofía, grandes amigos personales de Simeón y Margarita Gómez-Acebo. Todos ellos fueron recibidos con un caluroso aplauso, que se repitió tras las emotivas palabras de agradecimiento que pronunció el rey Juan Carlos al comienzo de la ceremonia, y que no cesaron -incluso aumentaron- hasta que, en un esfuerzo, Don Juan Carlos se levantó, demostrando una vez más la pasión y el fervor con el que pervive nuestra monarquía, entre los que aún creemos en ella. Casualmente esta autobiografía llega 20 años después de que el rey Simeón fuese recibido en Bulgaria entre vítores, tras cerca de cinco décadas de ausencia, un momento clave que el autor definió como "el momento más emotivo de mi vida".


Probablemente fue recordando ese momento, y la ayuda que le procesó el entonces rey Juan Carlos I para que regresase a su país de origen, cuando al final de la presentación, Simeón II de Bulgaria, "se saltó el protocolo" para dirigirse al monarca emérito con un sonoro "Gracias Majestad" que terminó por quebrarse ante la emoción del rey de los búlgaros, apaciguada finalmente por un afectivo -y significativo- abrazo entre ambos monarcas. El evento fue presentado por Ramón Pérez-Maura, autor de la primera biografía del rey Simeón, que bromeo asegurando que "esta [la autobiografía] tiene mejores fuentes". Fue Pérez-Maura quien introdujo los interesantes y auspiciadores discursos de Javier Solana, indispensable en la política internacional de nuestro país, y Eduardo Serra, ex-ministro de Defensa, brillante en su mención a Goethe. Como broche final se presentó una inteligente e innovadora forma de completar la presentación, con una entrevista pública entre el propio rey Simeón y el director del canal 24h, Sergio Martín, ambos ágiles y con alguna broma periodística que nos hizo recordar el matiz auténtico de esa entrevista. "Me está examinando" clamaba el autor, quien a su vez nos realizaba una astuta prueba de público, uno de los momentos clave fue cuando, en lo referente a la nacionalidad española de su familia, el rey Simeón aclaró que se logró "no solo por residir una serie de años en España, sino por declarar sus impuestos en el propio país", una frase clave que escuchó con atención la Infanta Pilar desde la primera fila. Todo salió como se esperaba, ante los emblemáticos ojos de los retratos que cuelgan de la Academia de las Bellas Artes, algunos antepasados de los presentes, en definitiva una presentación redonda, dentro del protocolo, que concluyó con un abrazo para la historia. Desde aquí no queda más que decir que "Un destino singular", editado por Ediciones Nobel (caseta 267 en la Feria del Libro), es una pieza imprescindible para todo conocedor de la historia, que además se ilustra con interesantes anécdotas.

jueves, 9 de junio de 2016

La huida del fin

Cada día nos enfrentamos a una lucha insaciable contra nuestro destino, consciente o inconscientemente, no hacemos otra cosa que resistir todo lo que se nos viene encima. Pero contra todo ello existe un presente que nos distrae, la única arma capaz de enfrentarse al pasado y al futuro dejando un rastro de nostalgia, convirtiéndose a cada segundo en el futuro de hace un rato. Así, tontamente, pasa el tiempo, y ya son cinco años sin Jorge, un lastre de lustro sin un ilustre, cinco años que nos separan de su último recuerdo que, lejos de irse desvaneciendo, se ha ido convirtiendo en la imagen figurada de un caballero contemporáneo, cuyas historias son ahora leyendas defendidas a punta de lanza. El primer proyecto con vistas a futuro de Luis, padre de Jorge, fue un guión titulado "La Huida" (co-escrito con Juan Antonio Bardem hacia 1950), en él se retrataba la escapada del robo a una joyería, con pretensiones a convertirse en una referencia del noir en España, sin duda el primer género que alcanza a todo cinéfilo: sombras, femmes fatales, gabardinas y humo. Por suerte para todos terminaría por decantarse por el humor noir, satírico y mordaz en épocas de represión, y destartalado y efusivo una vez fue levantada la censura, de éste el mejor ejemplo sería "Todos a la cárcel" (Luis García Berlanga, 1993), guionizada junto a Jorge. Parecía entonces que tras una amplia carrera habían logrado capturar en su imaginario a todos aquellos personajes que llevaban en una constante huida desde el comienzo de sus días, pero tanto orden no encaja con el mundo berlanguiano, por ello fue el propio Jorge quien hizo rescatar la idea que años antes habían formado su padre y Michel Piccoli, se juntó un equipo de guión y ofrecieron la última gran huida de Berlanga: "París-Tombuctú" (1999).


En ese vaivén de huidas y encerronas, me encuentro más cerca que nunca de Jorge, sus cinco años de ausencia son también el aniversario de este blog, y por lo tanto un amplio reguero de conocimiento que le debo por completo. Aún con todo ello existen matices del presente que no se completan con el recuerdo, los comentarios, las miradas cómplices, o sencillamente el llegar a casa y ver la figura de un escritor con su pluma e ingenio. "Los comentarios" son la clave, tan reconocibles en Jorge, habidos de una rapidez extrema que unida al habitual gracejo, siempre lograban encontrar la más sofisticada de las sonrisas. Ahora son sus guiones los que vuelan impresos en la pantalla, este año he podido disfrutar de una obra inédita hasta ahora, "Blasco Ibáñez, la novela de su vida" (Luis García Berlanga, 1997), donde perfectamente se puede jugar a vislumbrar las lúcidas frases que de vez en cuando afloran en esta fallera, esperpéntica y berlanguiana mirada a la vida del célebre autor valenciano. "El fin esta cerca" clamaba Ezequiel en las Sagaradas Escrituras, hace unos meses la Iglesia se reafirmaba en ello, y antes lo hizo Homer Simpson, esas palabras acompañan ha todo desesperado por vivir, así como también al que está deseoso de encontrar la paz. No se puede huir del fin, ni del pasado, ni del futuro, sólo podemos perdernos en el presente, que siempre es mejor con una película de fondo, y puestos a pedir, mejor que sea una con Humphrey Bogar y Lauren Bacall. Precisamente uno de los primeros artículos de Jorge, publicado en El País en Mayo de 1979, se titulaba "No hay camino al paraíso", donde repasaba la reciente obra publicada de Bukowski que había sido traducida por él.


En uno de los artículos que Jorge escribió tras el fallecimiento de su padre, clamaba así:
"Nuestra historia se rodea de los cráneos de nuestros muertos como testigos, con esa naturaleza perdurable que tienen los huesos para seguir presentes denunciando las grandes estupideces viscerales. Por eso, cuando alguien piensa en matar, sólo hace un ejercicio para ejecutarse a sí mismo, mientras la  sociedad trata de tapar su vergüenza echando tierra encima." [Jorge Berlanga para La Razón, noviembre de 2010].

domingo, 5 de junio de 2016

Feria del Libro, 75º aniversario

El 75º aniversario de la Feria del Libro de Madrid se celebra por todo lo alto, cumpliendo con todos y cada uno de sus clichés, desde la lluvia del primer fin de semana hasta el calor insoportable que alcanza máximos entre inmensas aglomeraciones, corrientes humanas que interrumpen su camino por la caída de algún anciano que ha sufrido un golpe de calor. ¿Hay algún médico en la feria? No, sólo existen editores, libreros, escritores y una masa humana enrojecida y con manchas de helado en sus polos, por lo que se saca al anciano a la zona verde del Retiro, colocándole las piernas en alto contra la parte trasera de alguna caseta. Entonces recordamos que no siempre se celebró esta convocatoria en los Jardines del Buen Retiro, antes el Paseo de Recoletos era un auténtico centro cultural, las librerías abrían sus casetas mientras los bohemios bebían sus tertulias en el Café Gijón. En 1933 se inició esta andadura, las crecientes peticiones de libreros y editores por participar de ella menguaron Recoletos, por lo que en 1967 hubieron de trasladarse al pulmón madrileño. Aquella primera etapa nos hace recordar la aventura que José Luis y Amadeo vivieron en "El verdugo" (Luis García Berlanga, 1963), donde tras una ardua búsqueda lograban dar con la caseta del Señor Corcuera, reconocido académico de la lengua que debía recomendar al joven José Luis para el puesto de verdugo, todo ello bajo la llamada de una mujer que no hacía otra cosa que buscar a su hija Elenita Santoja. Desde entonces nada ha cambiado lo más mínimo, la gente se dispone ha soportar colas kilométricas por conocer a ídolos pasajeros, mientras niños continúan perdiéndose y resonando por megafonía. Ayer mismo un investigador de cuatro años se perdió, media hora después fue anunciada su aparición por los altavoces que fue recibida con un caluroso aplauso colectivo.


Desde hace años los académicos como el Señor Corcuera se han visto sustituidos por personalidades de la canción, excéntricos sin determinación, o más recientemente por cocineros, éstos últimos no se han visto nunca en una como esta, firman sus recetas explotando al máximo su minuto de gloria, que esperemos que pronto salga de los platós televisivos para volver a las cocinas. Sin embargo todos ellos tienen algo que contar en un libro, o bien publican sus canciones, narran sus absurdas aventuras (en ocasiones geniales) o su recetario para que todos nos sintamos unos masterchef. Por otro lado perviven los autores de novela juvenil, creadores de grandes sagas que congregan a cientos de miles de lectores, dispuestos a convertirse en suculentos platos de marisco por la firma del autor que les acompaña todas las noches en la cama. No es más que otra muestra de fanatismo, pero gracias a ellos aún pervive la lectura entre los más jóvenes, y gracias a que se prestan para firmar cada año los cinco libros que han publicado en esos meses pervive también el libro en papel. Después de todo ello llegamos a la 75ª edición de la feria del libro madrileña, el voluminoso señor Corcuera está en los huesos y los fenómenos de masas están a la moda. Entonces surge una nueva aparición, unos seres translúcidos coronados por la fama que otorga el pueblo, convierten la Feria del Libro en un hervidero insaciable de adolescentes chillonas, y peregrinos analfabetos que sudan y encharcan los pocos libros que valen la pena.


Así fue la llegada, ayer, de Pelayo Díaz, cuyo libro no fue más que la excusa perfecta para lograr un selfie con "Prince Pelayo", como ocurrió también con algunos youtubers que se prestan a firmar panfletos infumables contar de tener una excusa para pasar el día en el interior de una caseta selfie tras selfie y comerse más de un: "¡Ay se me olvidaba el libro!". Entre todos ellos perviven algunos grandes de nuestra literatura, incluso Eduardo Mendoza logró formar una cola de fervientes admiradores, también Enrique Vila-Matas, Luis Alberto de Cuenca, una agazapada Marta Sanz de las más perjudicadas por el youtuber de al lado (hubieron de cerrar parte de la caseta donde firmaba por un movimiento feminista en contra de los comentarios que el youtuber hacía en su canal), o Julio Llamazares que continúa su viaje por la España desconocida, desde que la hiciese desaparecer en "La lluvia amarilla" (1988). // Con respecto a los carteles de la Feria del Libro que he escogido para completar este artículo, me gustaría aclarar: el primero se trata del cartel más antiguo que circula públicamente, datado en 1936. El segundo es una de las grandes muestras que nos quedan de José Luis López Vázquez, también públicamente, pues como ya aclaramos su vocación como pintor iba más allá que la de la interpretación. Mientras que el que acompaña estas palabras se trata del cartel de la edición en la que firmaba el Señor Corcuera en "El verdugo", interpretado por cierto por Santiago Ontañón. Bajo estas líneas el cartel de la actual edición...