martes, 22 de marzo de 2016

Del carmesí al escarlata hay un paso

Guillermo del Toro es una de las grandes mentes del nuevo cine americano, su creatividad supera la de cualquiera de los grandes cineastas actuales, cada una de sus cintas se convierte en un mundo nuevo lleno de sus monstruos, grandes tormentos de su infancia que ahora convierte en amigos para dar vida a historias verdaderamente enigmáticas, repletas de una magia inexplicable que probablemente sólo lograse comprender en su autenticidad el mismísimo Edgar Allan Poe. Del Toro ha participado en el guión de las grandes superproducciones que implicasen introducirse en un mundo mágico como la última trilogía de "El Hobbit", después de romper todas las normas de la física cinematográfica con su ópera prima, "Cronos" (Guillermo del Toro, 1993) abriéndose paso con la grandeza interpretativa de Federico Luppi, que enfrentó a la de Marisa Paredes en "El espinazo del diablo" (G. del Toro, 2001). Es entonces cuando logró dar con su fórmula secreta, la unión entre una ficción y realidad dentro de una gran ficción que conforma su película, la introducción de elementos fantásticos en la Guerra Civil Española o establecer las normas de una guerra robótica basándose en la progresión de las grandes guerras de la historia. Y todo ello sin olvidar a sus monstruos, seres que viven en un cómic visual como "Hellboy" que actualmente anda pendiente de filmación su tercera entrega. Otra de las grandes hazañas del mexicano ha sido su capacidad para dirigir grandes sagas que sin pretenderlo del todo encuentran en la taquilla a su mejor aliada, sin embargo sus joyas más preciadas son esas pequeñas piezas que conforman el puzzle de un gran creador.


"Crimson Peak" (Guillermo del Toro, 2015) es una de esas deliciosas historias que nos permiten saborear la grandeza del cine, un cine propio y de autor, un cine que se mueve en un halo de fantasía y terror sin decantarse por un género en sí, siendo en realidad una enigmática historia de amor. Matthew Robbins recupera su colaboración con Del Toro para ofrecernos un retrato oscuro en su claridad, repleto de amores enfermizos, y una relación de muerte y fantasmas entre dos hermanos magníficamente interpretados por Jessica Chastain y Tom Hiddleston. "La cumbre escarlata", como la hemos titulado en España, podría tratarse de uno de los mejores relatos de Poe, codeándose con algunas de las truculentas muertes de "El cuervo" o "El gato negro", sin sentirse del todo discriminada por la fuerza personal de su director. Gracias a intérpretes como Javier Botet disfrutamos de esos fantasmas que dentro de su aspecto desagradable encuentran un pasado terrible, solamente justificado por una desgraciada elección del destino. Mia Wasikowska corresponde a esa claridad insaciable que logra romper las perversidades que involucraban al amor roto, la luz que Guillermo del Toro solía imponer en su mundo de fantasía y que ahora reside en la única muestra de la realidad que entra en Crimson Peak. Pendientes de un gran encargo como es el "Pinocchio" de Disney, del que podemos esperar grandes incorporaciones, nos quedamos con la genialidad de un director que ha sabido romper con todo para crear su propio universo, y que de vez en cuando baja al nuestro pequeños astros como este. Un cuento gótico, atractivo, y muy de Guillermo del Toro.

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