miércoles, 2 de marzo de 2016

"Cien años de perdón" y algo más...

Llegará un día en que nos sentemos en una sala de cine dispuesto a entregarnos por completo al material que se nos presente, no se hablará de calidad ni de nacionalidad, sino de cine. Bien, ese día será el próximo viernes, fecha de estreno de "Cien años de perdón" (Daniel Calparsoro, 2016). Una película reveladora capaz de redimir al espectador en su butaca, y de enfrentarle a sus mayores miedos, la corrupción, el dinero, los atracos, la violencia, la locura, o la angustia, entregándole algo más de cien años de perdón. La suficiente carga de adrenalina para despertarnos una mañana más ante el panorama político que nos rodea, y que tristemente llena de verosimilitud una ficción que pierde en ello su suspense, pero no su fuerte crítica contra todos los sectores de la sociedad. Todo ello bajo los fríos colores de Josu Inchaustegui, que ya lograron unir acción y adrenalina en la reciente "El desconocido" (Dani de la Torre, 2015), que unido a una magnífica edición en sonido atrapan al espectador en un guión verdaderamente reivindicativo. Cuesta creer que desde el primer momento, sin guión alguno, se tratase de una propuesta cinematográfica (por la personalidad que ha adquirido), como aclaró Calparsoro, un proyecto de Morena Films y Vaca Films que no tardó en toparse con el guionista adecuado: Jorge Guerricaechevarría. Habitual co-guionista de su gran amigo Álex de la Iglesia, o Daniel Monzón, se trata de un hombre experimentado en la unión de realidad, ficción, crítica y acción, una unión frenética y enloquecedora por la que recibió el Goya al Mejor Guión Adaptado en "Celda 211" (Daniel Monzón, 2009).


La unión del ritmo apoteósico de Calparsoro, en su derivación de "Salto al vacío" (Daniel Calparsoro, 1995), con la astuta pluma de Guerricaechevarría, nos envuelve en este excitante retrato de las distintas ramas que invaden nuestra sociedad, con una potente vis cómica que se refuerza en la dura realidad de las situaciones. En "Mi gran noche" (Álex de la Iglesia, 2015), Jorge y Álex (permítanme la cercanía, por favor) realizan una crítica abusiva, una sátira de la televisión donde también se encuentra todo el tema del politiqueo como un chiste freak. En "Cien años de perdón" se ataca a los mismos afectados desde un punto serio, una auténtica declaración de intenciones que ahonda en la miseria humana, y en lo que éste es capaz de hacer en puntos extremos. Dirigiendo el atraco nos encontramos a un magnífico Rodrigo de la Serna, que parece un personaje sacado del universo psico-corporal de Christopher Nolan, no sólo por sus referencias al Joker de "El caballero oscuro" (Nolan, 2008), sino por las continuas subidas y bajadas emocionales que adquiere el atracador, como si se tratase del propio metraje. Luis Tosar y Patricia Vico se forman una subtrama que no tarda en desembocar en el cauce principal, atrapando al espectador en una carrera por terminar logrando algo del atraco. Ante todo sólo puedo mostrar mi admiración por el personaje de "El Loco", un Joaquín Furriel desbordante, cómico, interesado, participativo, y sin lugar a dudas el eje argumental del film. Todo ello espolvoreado con las pestes políticas que mantienen este país con una podredumbre interna irrefutable, donde entran las grandes interpretaciones de Raúl Arévalo, José Coronado o Luis Callejo (también presente en "Mi gran noche" por cierto).
La fuerza de un guión provocador logra que el film alcance un clímax épico, desconcertante para el espectador habitual, y que llega a ser alabado tras los títulos de crédito.

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