domingo, 7 de febrero de 2016

Con espaldas y a los Goya

Un año más llega la fiesta cinematográfica más importante de nuestro país, como si se tratase de una súper-producción, las mejores estrellas de nuestro cine demuestran sus mejores dotes interpretativas para dar bien por cámara, y ofrecernos uno de los espectáculos más ostentosos de nuestro panorama. En los últimos años, la Academia, parecía haber pedido su implicación en el juego con el espectador y la relevancia de la gala. Sin embargo este año hemos disfrutado de un auténtico festival, posiblemente por la arrolladora nueva política que ha tomado el presidente de la entidad, Antonio Resines, y su junta directiva. La trigésima edición de los premios Goya ha rescatado los inicios de este consorcio fílmico, desde una política que cree en la cultura, muy bien conducida por la audaz sátira de Dani Rovira, hasta la unión de todas las artes. Con presencias internacionales de la talla de Tim Robbins (nominado Mejor Actor de Reparto por "Un día perfecto", Fernando León de Aranoa), Juliette Binoche (nominada Mejor Actriz por "Nadie quiere la noche", Isabel Coixet) o Mario Vargas Llosa, que presentó los premios al guión junto a Elvira Lindo, ciertamente se notaba que por primera vez en mucho tiempo, la alfombra roja era roja. Entre nervios, mordeduras de uñas, palabras de honor, apuestas, y tacones que bailan fuera de los pies de hermosas artistas a las que les molestan sus zapatos, una voz anunciaba el comienzo de la gala que no dudaba en entrar con un estudiado número musical, que revivió el emotivo "Resistiré" del pasado año. Mientras cuatro premios confirmaban la exultante belleza del film de Coixet, los llamados premios técnicos se vieron repartidos entre "El desconocido" (Dani de la Torre) "Anacleto agente secreto" (Javier Ruiz Caldera), mientras que la gran favorita "La Novia" (Paula Ortiz) se fue con dos de las doce estatuillas a las que optaba, entre ellas el esperado y merecido cabezón para Luisa Gavasa como Mejor Actriz de Reparto.


La estela de premios que preceden a los Goya nos hacen una ligera idea de lo que podremos comprobar, incluso a los propios académicos les forman una base sobre los premios que todo el mundo espera. Como el Goya a la Mejor Actriz Revelación para Irene Escolar, sin lugar a duda el mejor discurso de la noche, las dos revelaciones estelares de "A cambio de nada" (Daniel Guzmán), o esa dudosa forma de dividir las interpretaciones de Darín y Cámara en Mejor Actor y Actor de Reparto para justificar su llamativa recompensa a sus papeles de "Truman" (Cesc Gay), la gran triunfadora de la noche, pues completó el palmarés con los premios a Mejor Dirección, Mejor Guión Original y Mejor Película, ¿el voto catalán también cuenta más en la Academia? Después de todo debemos reconocer que ha sido un año justo, muy diferente a los grandes cúmulos de premios que ostentaban algunas de las ganadoras de los últimos años. Sin duda la mayor crítica que debía resaltarse de la noche ya la hizo Ricardo Darín al recoger su merecido Goya, se trataba de esa música acosadora que no dudó en cortar algunas de las palabras más emotivas de la noche, y que sirvieron para un divertido discurso por parte del argentino. Detrás de la entrega de premios, de la cual nos dio unos solemnes porcentajes Fernando Fernán Gómez en la IIª edición de éstos, hay una fuerza primordial basada en la moda, los aparatosos looks que lucen las estrellas y que marcan tendencia en la "masa espectatorial". El blanco y la espalda descubierta fue la tendencia de la noche, aunque por encima de todas, y con máxima objetividad, un año más, Marisa Paredes se lleva el título de la más elegante con la sencillez de su siempre eficaz rouge.


La sencillez es la clave para triunfar en una noche donde todo da lugar a la exageración, lo frívolo y desmadrado, viva imagen de ello fue el comentado vestuario de Óscar Jaenada, aunque para gustos las cabalgatas. Dani Rovira ha demostrado ser el mejor cómico y monologuista que se ha dado a conocer, una vez más salvó una noche de lo tedioso de su duración, aunque algo más ensombrecido bajo trucos de magia, una vez más, la sencillez. La Academia ha demostrado este año que tiene poder de elección, y que no se dejan llevar por un político automático, sobre todo con las geniales ganadores de los premios al Mejor Guión Adaptado y una fantástica Natalia de Molina, que se hizo con el premio a Mejor Actriz frente a tres grandes en potencia como son Juliette Binoche, Penélope Cruz o Inma Cuesta, gran favorita por su novia lorquiana.
La sencillez y la realidad que suma el personaje de Natalia de Molina en "Techo y comida" (Juan Miguel del Castillo) ha sido todo un ejemplo de criterio, donde la verdadera fuerza interpretativa tiene su merecido reconocimiento. Cabe destacar también que la "pedrería floral" que llevó Natalia de Molina a la alfombra roja, se vio mil veces superado por la sencilla y elegante blusa negra con la que se le vio en la fiesta, a destacar su belleza andaluza. Un año político donde se ha hecho política, y donde por poner ausentes nos acordamos de sus majestades, y el propio Mariano Rajoy, al que se le volvió a sustituir por un "plasma". Para terminar sólo cabe destacar el gran discurso del nuevo presidente, un Antonio Resines que supo romper con el protocolo académico, y que supo reivindicar lo primordialmente necesario entre chiste malo y muleta en alza que renovó por si fuera poco el nuevo rostro de la institución. El mayor resumen de todo lo que es ocio y espectáculo remite a las palabras del Goya de Honor 2016, Don Mariano Ozores, que destacó en su discurso la indudable importancia del público. (Además de ese merecido, buñuelesco, importantoso y sonoro homenaje a Luis Buñuel, a pleno pandero de Calenda).

No hay comentarios:

Publicar un comentario