sábado, 27 de junio de 2015

María Luisa Ponte, inolvidable soporte

Ayer nos repetía el fantástico actor Emilio Gutiérrez Caba que los actores no son secundarios, sino soportes, los auténticos personajes que sostienen la historia argumental, y en definitiva la película. Nuestro cine despliega una de las mayores listas con actores de reparto, empezando por el mismo Emilio, retrocediendo en sus ancestros hasta llegar a Enrique Villén, como también remarcó ayer Terele Pávez en el coloquio sobre estos inolvidables intérpretes que ocupó el espacio de "Historia de nuestro cine". Luis García Berlanga creó a su alrededor un círculo de fetiches que se convirtieron en los rostros más cercanos del cine, y en los más importantes sobre las tablas, tal fue su influencia y el trabajo de los mismos que se fueron recreando en las nuevas películas de los directores noveles. "Belle Époque" (Fernando Trueba, 1992) nos muestra el papel de un cura de marcada ideología interpretado por Agustín González que se muestra como un guiño gozoso hacia el Padre Calvo de la Trilogía Nacional de Berlanga. José Luis Cuerda reunió a uno de los mejores repartos de la historia del cine español, según Luis, en "Amanece que no es poco" (Cuerda, 1989), y es que verdaderamente había salido de él. En todos estos recuerdos a esta inmensa generación siempre sueles quedar en la recámara grandes nombres, últimamente se ha reivindicado la figura de Luis Ciges o Saza, dentro de este homenaje a Luis García Berlanga quiero destacar a una de sus actrices más cercanas con la que trabajó hasta en seis ocasiones: María Luisa Ponte.


Mujer de inolvidable voz, perteneciente a una familia de cómicos subiría a los escenarios a penas seis meses después de nacer. Su verdadera pasión el teatro, gracias al cine pudimos disfrutarla hasta el final de sus días, la Madre Tornera de "Canción de Cuna" (José Luis Garci, 1994) le reportaría un Goya a la Mejor Actriz de Reparto. Viuda y madre entablará una firme relación con el gran Agustín González, convirtiéndose en la pareja de cómicos que reunía más talento. María Luisa, siempre fantástica, obtuvo el papel de cuñada-nostardamus en "El Verdugo" (Berlanga, 1963), tras haber filmado "El pisto" (Marco Ferreri e Isidoro M. Ferry, 1959) y "El cochecito" (Marco Ferreri, 1960) se convirtió en una de nuestras inmortales. Se escribían papeles para ella, tenía fuerza propia, encarnaba en su mayoría mujeres dominantes y fuertes sobre la figura masculina, no fue extraño que fuese la escogida para doblar a Ana Mª Campoy en "La Boutique" (Berlanga, 1967). Vecinas, cotillas, madres y convenidas, eran sus fuertes, su mayor esplendor llegaría con la madurez, esa belleza adulta que tanto admiraba Berlanga, la fuerza de la experiencia le encaucho en grandes proyectos como "La Colmena" (Mario Camus, 1982), "Total" (José Luis Cuerda, 1983) o... ahí va... "La corte del Faraón" (José Luis García Sánchez, 1985), obras diferentes que nos mostraron una María Luisa divertida, agitada, y muy española. Todo ello reunido en pequeño papel en "Nacional III" (Berlanga, 1982), a propósito de su manera de ser, brillaba como una extravagante amiga del señor marqués de Leguineche, que como más tarde nos demostraría en "Con las manos en la masa", tenía un particular gusto por la cocina. Elena Santoja, a la que ya vimos de niña merodear por las Feria del Libro de "El Verdugo", tuvo un mítico episodio el día que María Luis Ponte pisó su plató y su plato.


A través de ella se puede contar nuestra historia, como nos la contaba en el precioso papel que le entregó José Luis Borau en su serie "Celia" (1993), Doña Merlucines fue un homenaje a esta actriz, que en tono de comedia nos hizo recordar a un país y a una infancia. Fernando Fernán Gómez la escogió para narrarnos la historia de la interpretación en su mítico viaje a ninguna parte, que en 1986 rindió un auto-homenaje a toda esta generación de cómicos que no tenían porqué, pero aún así brillaron en la comedia. La madre de Violeta Cela (Guadalupe) en "La Vaquilla" (Berlanga, 1985), metiéndole los chorizos y el ajuar al yerno, fue otro de sus pequeñas incursiones en el mundo berlanguiano, sin embargo su ultimo papel en el cine de Luis Berlanga fue quizás el más representativo y sin duda el más genial... La extravagante y lujosa estrella de la ópera, brillante en su decadencia con aires de triunfo resucitados por otro genial López Vázquez, es sin duda una de las claves de "Moros y cristianos" (Berlanga, 1987), la película más ensombrecida en la filmografía del valenciano. El Goya fue su despedida, y tras dejarnos el genial papel (de madre) en "La Regenta" (Fernando Méndez-Leite, 1995), nos dio su último adiós un día tan señalado como el 2 de mayo de 1996, terminándose así la vida de una de las mujeres más berlanguianas, por su manera de ser y de interpretar... Un recuerdo a Marcella... Patricia...  Juana... Doña Paquita... Doña Rosa... Doña Asunción... a esa madre del cine... a María Luisa Ponte....

No hay comentarios:

Publicar un comentario